Me van leyendo

domingo, 13 de junio de 2010

El principio del fin...


Gi y yo empezamos a enviarnos mensajes de texto y a llamarnos por teléfono desde el lunes 14 de septiembre, ella nunca tenía tiempo para verme porque trabajaba de 9am a 9pm y de lunes a sabado. Yo en cambio trabajaba de lunes a viernes de 8am a 6pm y tenía mucho tiempo libre en el que me moría por verla.
Esa primera semana fue de película yo le envíe a su trabajo una rosa con un caracolito de peluche muy chiquito y una frase romantica demasiado cursi. Ella se emocionó muchísimo con ese regalo. Para el miércoles 17 ya teníamos una cita en mi departamento, no saben lo felices que estábamos las dos, Gi era super tierna y tampoco se podía creer lo que nos estaba pasando, era demasiado perfecto para ser real, nos besamos mucho, hicimos el amor nuevamente y tuvo que regresar a su casa porque al día siguiente debíamos ir a trabajar, el jueves volvimos a vernos, yo le había comprado rosas, comimos algo en mi depa y, esa noche, en la madrugada, después de hacernos el amor, le pedí que sea mi novia.
Gi me miró sorprendida y me preguntó "estás segura?" yo le dije "claro que si, no imagino pasar un día sin tenerte a mi lado", y ella me respondió "si quiero ser tu novia", en ese momento nos besamos y nos prometimos muchas cosas, promesas que al final no cumpliríamos.
Ese fin de semana Gi no salió conmigo, inventó muchas excusas, el trabajo, el cansancio, estaba resfriada y como es asmática, me dijo que tenía que cuidarse y no podíamos vernos. Estuvimos hablando por teléfono pero la sentía rara, distante, diferente, era otra mujer. Si... sé que es muy rápido para que el cuento de hadas se haya transformado en un cuento de terror, pero les digo la verdad. Gi cambió de una semana a otra y yo, aunque me había dado cuenta, quise pensar que simplemente tenía algún problema y yo estaba dispuesta a esperar a que me lo cuente. Por supuesto que eso nunca pasó, ella nunca me dijo nada, dejó de escribirme mensajes, dejó de llamarme y yo le pregunté qué tenía, la semana siguiente me llamó y me dijo "creo que nos hemos apresurado, que todo esto ha pasado muy rápido y no estoy segura de lo que quiero, tú eres linda y nadie me había hecho sentir tan especial, pero prefiero que lo dejemos aquí", no saben como se me encogió el corazón.
La culpa era mía, por tarada, por creer que el amor existe y por pensar que a pesar de todo yo podía ser feliz. Haciendo una retrospectiva de mi vida amorosa, nunca me ha ido bien en el amor, ni con los hombres y mucho menos con las mujeres. Siempre que he sentido alcanzar esa felicidad tan deseada, ha pasado algo de la nada, y me la ha arrebatado. El destino siempre se ha empeñado en hacerme conocer la felicidad amorosa solo por periodos muy cortos. Felizmente en lo profesional, la historia es totalmente diferente, me siento una persona exitosa, pero sin amor todo ese éxito a veces parece sin sentido.
Gi me hizo sufrir demasiado, pero unos días después empezó de nuevo a enviarme mensajes de texto, y yo enamorada como estaba, simplemente le respondía yen un abrir y cerrar de ojos ya había olvidado lo mal que me había hecho sentir. Por supuesto que estaba dispuesta a verla de nuevo, a escuchar sus nuevos pretextos, que eran puras mentiras, luego de muchos meses lo comprobé, digo lo comprobé porque aunque enamorada y tarada, mi subconsciente sabía muy bien que esta mujer perfecta, no lo era en realidad y que tenía muchos fantasmas de su pasado que no la dejaban ser feliz ni hacer feliz a nadie a su alrededor.
Este fue el principio de una relación tormentosa, intensa, apasionada y dolorosa, al menos para mí, nunca sabré en realidad, qué es lo que ella siente por dentro, es muy buena actriz y nunca sabré cuando miente o cuando dice la verdad. A veces el sexo nos ciega y nos hace creer que eso es suficiente para una relación, es la mentira más grande, y esa fue la mejor lección que Gi me enseñó. Aún falta contarles mis teorías de lo que ella estaba pasando, pero espero que en la próxima entrada cerremos este capítulo de mi vida que me hizo sufrir tanto.